Blog.hola.com, Mónica Martínez, 19/06/2013.- “Todo el mundo me lo pregunta: ¿Se sigue casando la gente? Pues sí, afortunadamente y cada vez más. Yo lo había notado por el número de listas de boda pero ya es oficial. Ya se han publicado algunos datos del estudio del Instituto Nacional de Estadística y en 2012 hubo 168.834 matrimonios, un 3,4% más que en 2011. Las bodas civiles ganan terreno y suben un 8,7%. Pero este post no va de números. Va de sentimientos.
Independientemente de nuestra religión está demostrado que una ceremonia civil bien preparada, con cariño, con tiempo y con el corazón, es mucho más emocionante para los novios y para los invitados que una religiosa. ¿No habéis llorado en alguna? La clave está en que las ceremonias religiosas nos permiten poner muy poco de nuestra parte. Dependerá mucho del carácter y el buen hacer del párroco en cuestión pero hay muchos detalles que son más fáciles de personalizar en una ceremonia civil.
Está bien que una hermana, un hermano o un amigo suba al altar a leer un pasaje de la Biblia pero os aseguro que emociona mucho más cuando se ha preparado un pequeño discurso de su “cosecha”. Esas palabras no se te olvidan nunca.
Por otro lado, siempre hay algunas objeciones a la hora de la decoración de la iglesia, algo que no sucede en una boda civil en la que puedes personalizar hasta el último detalle o complemento. Por no hablar de la música; otro gran elemento en las bodas civiles ya que hay temas que marcan los momentos de nuestra vida y seguramente no sea el Ave Maria de Schubert por muy bonita que sea.
¿Y los votos? Pocas parejas se preparan algo para decirle a su pareja delante del sacerdote en una iglesia. Nos acomodamos y nos casamos bajo la fórmula corta y simple del “Sí, quiero” (pocos se atreven con el Yo, Fulanito, te quiero a tí..) pero esto cambia mucho en una ceremonia civil. Lo hemos visto en muchas películas americanas, de esas que a mí me encantan (admito que me gustan las comedias románticas, qué le voy a hacer) los novios se pasan días pensando qué le van a decir a su pareja delante de sus amigos y familiares y lo recuerdan muchos años después, eso tampoco se olvida.
No ayuda mucho tampoco el tema de la exclusividad de los fotógrafos en muchas iglesias. No tener la elección de los profesionales que van a retratar ese momento tan importante en vuestras vidas no sólo es un fastidio sino que es ilegal. Pero eso lo hablamos otro día.
¡Ay! una cosas más. No digas yo no me voy a casar nunca, porque esas palabras tienen trampa. Según el INE el pasado año hubo 3,6 matrimonios por cada mil habitantes. ¿Te tocará a tí el próximo año?”